Concordia y Virginia. Todo por amor a los caballos y animales maltratados.

Ellas curan sus heridas y les devuelven a la vida. Ellos sanan las cicatrices del alma de niños con problemas y mujeres maltratadas. Concordia y Virginia Márquez son hermanas. Juntas han fundado en Málaga la Asociación y Albergue CYD Santa María para recoger, curar y rehabilitar a animales y caballos maltratados.

La suya es una asociación sin ánimo de lucro, que no recibe ninguna subvención por parte de la Administración Pública y si subsiste, es gracias a la ayuda desinteresada de voluntarios y padrinos particulares. Concordia y Virginia han invertido todo lo que tenían en este proyecto, fundado hace más de diecisiete años, para salvar a caballos condenados a vivir en condiciones vejatorias o abandonados a su suerte hasta que llegue su hora, por lesiones o vejez.

Ya han rescatado de una muerte segura a más de 3.000 equinos y a cerca de 2.000 animales de otras especies tales como: perros, gatos, hurones, cabras, ovejas, tortugas de tierra y agua, exóticos  y aves salvajes. También han colaborado en cambiar la ley que consideraba a los caballos animales de renta. Todo un paso en la protección de esta especie. Desde 2011 son, ante la ley, animales de compañía y gozan de todos los derechos que esto supone. Ahora queda lo más difícil: concienciar a la gente.

Hoy, desde Ponche Caballero, queremos darles todo nuestro apoyo y reconocimiento. 

Concordia, ¿cuándo y cómo surge la Asociación y Albergue CYD Santa María?

Yo era jinete profesional de salto de obstáculos, acudí a Málaga, junto con mi equipo a un concurso hípico en Cádiz y vi lo que pasaba en Andalucía con los caballos. Aunque tras la competición volví a mi vida de siempre, no pude olvidar lo que había visto en cuanto al maltrato y abandono en los campos andaluces, y decidí vender  todo lo que tenía y trasladarme a la provincia de Málaga. Seguí concursando a nivel nacional y con los recursos que iba obteniendo, compré una finca que hoy es el santuario de caballos más grande de España y unos de los mayores de Europa.

Y Virginia, ¿a qué se dedicaba antes?

Ella es licenciada en Ciencias de la Información y tiene un Máster de especialización en Prensa Escrita del diario ABC. Trabajaba en Televisión Española y Radio Nacional de España.

¿Cuánto os ha cambiado la vida desde entonces?

Ciento ochenta grados porque, simplemente, no hay más grados…

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Los caballos son para algunos objetos de lujo desechables, cuando no van bien las cosas, ¿qué opinas?

Para algunos no, para la mayoría. No son tratados como seres vivos o mascotas normales. Para las personas los caballos deben cumplir una función tal como la monta o el enganche, por ejemplo. Si no, no son dignos de mantener y amar como harían con una mascota. Casi toda la gente vende sus caballos cuando son mayores o no les sirven, sin que les preocupe qué será de ellos en un futuro. Muchos acaban en casas de tratantes, donde llevan una vida miserable hasta que son vendidos por casi nada, abandonados o llevados al matadero.

Sin ayuda de la Administración, ¿cómo salís adelante siendo éste uno de los albergues de caballos más grande de Europa?

Simplemente no salimos adelante. Hace exactamente quince años que no tenemos ni un solo día de vacaciones. Nuestros padres son mayores y ni siquiera tenemos un día para ellos. Como no hay dinero nada más que para los casos urgentes de veterinaria, hacemos nosotras prácticamente todo el trabajo con ayuda de una sola persona contratada y otra para los fines de semana. Eso incluye las denuncias, juicios, inspecciones, sacrificios en el exterior de animales agonizantes, la administración y comunicación con los colaboradores de la Asociación, proveedores, pagos, compras… Y luego, claro, están los más de doscientos animales en total que tenemos en el albergue.  Simplemente no tenemos vida y trabajamos mínimo unas catorce horas diarias. Ambas vivimos en el albergue.

¿Habéis pensado alguna vez que no os quedaría más remedio que cerrar?

Muchas veces, en concreto todos los finales de mes. Cuando vemos que no podemos pagar las facturas y que muchos de los animales necesitan medicamentos que no podemos pagar, se nos parte el alma y pensamos que no merece la pena seguir. Pero luego te planteas qué será de ellos si cerramos, y seguimos adelante pero con muchísima tristeza. También en el día a día, cuando vemos que necesitarían comer más o tener alimentos de mejor calidad y no nos es posible. Pero parece como si ellos lo entendieran, y son felices cada segundo que pasan en el albergue. Aunque nos alegramos de ello la procesión va por dentro.

¿Cuántos caballos están ahora mismo esperando ser acogidos?

Miles, pero nos es imposible acoger a más. Cada día recibimos llamadas, bien de las fuerzas del orden, bien de particulares, que están siendo testigos de abusos o estados lamentables de animales abandonados, pero simplemente no podemos ayudar más de lo que hacemos ya. Hace bastante tiempo dejé mi teléfono sin sonido para no tener ataques de ansiedad. Cuando llego a casa por las noches, escucho los mensajes y doy prioridad a los casos más urgentes.

¿Dónde y cómo se puede donar para ayudar a los animales acogidos en el albergue?

Hay muchas maneras. Desde hacerte “Teamer” (una herramienta online de crowdfunding para causas sociales) por un euro al mes, que no lo nota nadie y además es una plataforma solidaria totalmente segura, hasta amadrinar o apadrinar a un caballo por la cantidad que quieras al mes, al año, o de una sola vez. Siempre aconsejamos a los padres que inculquen a sus hijos la solidaridad con los animales, regalándoles en sus cumpleaños un apadrinamiento a su nombre. Luego pueden venir siempre que quieran y ver su evolución, entablando una relación con él. Esos niños, cuando vean a un animal sufriendo en la calle o en el campo, estarán concienciados. Y cuando sean adultos, ellos y los de su generación, empezarán a cambiar las cosas. Cualquiera que quiera colaborar puede informarse a través de la web de la asociación.

Habéis comenzado a hacer terapias emocionales con niños y mujeres maltratadas, ¿se podría decir que los caballos leen el alma?

No se podría decir… es así. Un ser humano puede engañar a otro ser humano, incluso a muchos, pero jamás a un animal. Y lo que es más importante, para los animales no existe el rencor o las ganas de venganza, no hacen leña del árbol caído. Y cuando les necesitas, ahí están para entregar su cuerpo y corazón a quien lo pida.

Los caballos entran en contacto con estas personas que también tienen el cuerpo y el corazón maltratados, ¿os han sorprendido sus reacciones?

Siempre. Ni una sola vez ha sido igual a la anterior. Los animales saben por su intuición cómo deben comportarse con cada persona, de manera totalmente diferente y según su estado emocional. Por ponerte un ejemplo, yo jamás hablo con estas personas antes de ponerlas frente a uno de nuestros caballos. No sé ni sus problemas, ni por qué están aquí, dejo que el caballo me lo cuente. Es complicado de explicar si no has estado presente, pero es así.  Yo soy una mera traductora.

Por último, ¿con todo lo vivido durante estos años volveríais a crear hoy la Asociación y Albergue CYD Santa María?

Siempre digo que no, que jamás volvería a hacerlo. Pero hay algo obvio y quién crea en las “señales que te envía el universo”, me entenderá. Tengo la sensación de que tanto mi hermana como yo, hemos vivido todo lo que hemos vivido sólo para poder crear el CYD Santa María y hacer lo que hacemos. La vida que llevábamos anteriormente, nos preparó física y emocionalmente para esto, porque si no, no habríamos aguantado tanto tiempo. No le veo otra explicación. Sin vacaciones o días de fiesta, sin dinero, sin un futuro asegurado, sin parejas, ya que han salido corriendo y la verdad no les culpamos. Sin nada excepto el sufrimiento diario, la angustia, el dolor de las pérdidas, los recuerdos amargos… No sé si volveríamos a crearlo pero lo que sí sé, es que jamás lo abandonaremos.

Ponche Caballero es una marca fiel a su esencia desde hace más de 180 años. Siempre ha creído en sí misma, manteniendo las Ideas Claras, como los protagonistas de este blog, personas que no se rinden, que creen en sí mismas, y que han dado la cara sin tener en cuenta el qué dirán.

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